lunes, 18 de mayo de 2015

Misandria
  
“Y cuanto más se hablaba de feminismo, más me daba cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres a menudo lo convertían en odio hacia los hombres. Si hay una cosa que sé con certeza es que esto tiene que acabar.”
                                                       Emma Watson

Este  video  es quizás el mejor que he visto sobre la tan de moda equidad de género. Como dije en mi perfil de Facebook, no me considero misógino; sin embargo, sí me molesta la sobre-auto-victimización de las mujeres.

Ya todo huele a violencia de género, pero solo del hombre hacia la mujer, porque así es como se entiende este concepto desconociendo que hay dos géneros y hablar de violencia de género es ambiguo pues puede ser de la mujer hacia el hombre o del hombre hacia la mujer. Ese feminismo exacerbado se ha convertido en una especie de misandria –término aún no aceptado por la RAE– de donde han surgido las famosas feminazis –otro neologismo anglo–. Es un hecho que la violencia de género es en ambas direcciones y no algo de una sola vía como nos lo han restregado hasta la saciedad los medios al menos en Colombia.


Esta imagen, que me parece un despropósito, la he visto muchas veces publicada por diferentes mujeres y mi reacción es la misma, y acá cito a cierta chica que recientemente y sin saberlo ha llenado en una mínima parte un espacio vacío: “Esas personas se merecen una cachetada con una bolsa de arepas congeladas.” Cuando un hombre es infiel hay que ver y oír cómo se refieren las mujeres amigas de la víctima hacia ese hombre: “Mucho malparido”, “ese es un hijueputa”, “pa’ picárselo en pedacitos” “hombre que no la cague no es hombre” y muchas otras. Pero según esa imagen tan famosa en Facebook, a una mujer hay que “entenderla” cuando comete la misma falta. ¿Dónde está la famosa equidad de género que tanto exigen? ¿Será que al hombre, por ser hombre, no le afecta que su pareja le sea infiel?

“Feministas hasta que les toca pagar la cuenta”.

Por mucho tiempo las mujeres han luchado por igualdad en los salarios. Ante esto tengo una duda que no me han sabido responder. Dice la leyenda urbana que a las mujeres les pagan menos que a los hombres por el mismo trabajo. Debido a mi quehacer, llevo muchos años visitando empresas de todo tipo y cada vez que pregunto sobre el tema me queda la sensación de que, por lo menos en Colombia, es más un rumor.

Con un derecho adquirido viene una responsabilidad. Si las mujeres ganan dinero, es para que lo gasten de la misma manera que los hombres. Hay algunas que me hacen cuestionarme qué hacen con él. Nunca tienen para salir, pero les encanta que les gasten porque “el hombre tiene que seguir siendo caballero”. No me vengan con cuentos chinos. ¿Entonces para qué querían ganar dinero? La cosa se pone mucho más seria cuando en un hogar, entiéndase papá, mamá e hijos –hablo del concepto tradicional de hogar. Ahora no se me vengan los de la comunidad lgtbi encima–  inconscientemente se asume que el hombre tiene que ganar más que la mujer. Un hogar es una empresa familiar en la que ambos líderes, cónyuges, deben aportar en igual medida y cuando alguno de los dos no pueda es al otro quien le toca tomar las riendas mientras el primero se recupera. Ya llegará la oportunidad en que el segundo haga lo mismo. Recuerdo dos cosas: la primera es que en cierta ocasión en un proceso de divorcio la esposa le dice a su ya casi ex esposo “es que tú no progresas” –a pesar de que él aportaba todo su ingreso al hogar y ella solo contribuía en una mínima parte a los gastos del mismo— a lo que él respondió diciendo que iba hacer un esfuerzo extra para mejorar la situación del hogar pero que ella también tenía que aportar. Su respuesta fue “Me la pones difícil. Es que yo creo que el hombre es el de la iniciativa”. ¿Equidad de género? La segunda es aquella película, muy adelantada a su época, a mí parecer, Krammer vs. Krammer y que hace una crítica a la idea reinante según la cual una mujer por el solo hecho de ser mujer era de por sí mejor “padre” (en inglés es “parent” que es neutra y no creo que exista un equivalente en español).

Esta palabra, “parent”, me recuerda el tema ese del “lenguaje incluyente” que es de lo más absurdo que he visto. Muchos, aunque son más las muchas que los muchos, sacan pecho y se llenan de orgullo diciendo gerenta y presidenta ante lo cual tengo que decir lo siguiente:
  • Si dicen gerenta y presidenta, ¿por qué no dicen gerento y presidento? Sería lo equitativo e incluyente. Además, deberían hacerlo con todas las palabras terminadas en “ente”: estudianta y estudianto; representanta y representanto; practicanta y practicanto.
  • Si las mujeres se sienten discriminadas porque no les dicen gerenta y presidenta ya que, según su argumento, debe existir una correlación entre el género gramatical y su condición de mujer, igual nos deberíamos sentir los hombres en los siguientes casos: cuando hablen de mí, deben decir que soy un persono ya que soy hombre y Neil Armstrong pasaría a ser el primer astronauto en pisar la luna.
  • De acuerdo con Florence Thomas, hay que decir los violadores de niños y niñas. Sin embargo, Hector Abad Faciolince, quien por estos días anda de capa caída con los maestros,  le respondió diciendo que entonces habría que decir los violadores y las violadoras de niños y niñas. ¿Se imaginan leer algo así todo el tiempo?
Hilvanando el lenguaje con el aspecto sexual, hace poco vi en una de las tantas publicaciones de Facebook unos comentarios que me llamaron la atención. Decía una de las foristas que “la mayoría de los (hombres de cierta región que no  menciono para no  caer en regionalismos)  son impotentes, lo tienen chiquito o son malos polvos”. Y no es la primera vez que veo o escucho ese tipo de comentarios hacia los hombres por parte de algunas mujeres. Al hombre se le exige –sí, se le exige– tanto por otros hombres como por muchas mujeres, que sean unas máquinas sexuales, una especie de Nacho Vidal. Pero no me imagino cuál sería la reacción de la misma forista si un hombre la llamara frígida, reprimida, vaca muerta en la cama y que no es una Cytherea. Saldrían todas sus amigas de Facebook lanza en ristre contra este “guache” “poco hombre”. Los hombres también son víctimas de violencia sexual tanto verbal como física. Muchos hombres cargan un gran peso como consecuencia de esta violencia sexual verbal e incluso deriva en problemas fisiológicos como disfunción eréctil y lo sé porque he tenido alumnos urólogos y también psicólogos que así me lo han hecho  saber.


Y en cuanto a la violencia sexual física, entiéndase violación,  este es un gran tabú en nuestra sociedad. Es algo de lo que no se habla. Recuerdo aquella brillante película El Príncipe de las Mareas con Nick Nolte y Barbra Streisand en donde los protagonistas … no, no se las voy a contar por si no la han visto. Después de leer este artículo  no creo que haya mucho más que decir.

Como último ejemplo de esta forma en que la sociedad ha ido cayendo en el juego de los medios de mostrar solo una cara de la moneda, me referiré al tema de las víctimas de ataques con ácido. Natalia Ponce se ha convertido en el símbolo de este acto barbárico, pero hay que recordar que la primera víctima mortal fue -y digo “fue” y no “ha sido” porque espero que no vuelva a suceder- un hombre: Alejandro Correa Castaño, quien resultó ser familiar de dos ex alumnas mías de hace unos pocos años. En Las 2 Orillas (ver artículo),Verónica Ucrós puso en evidencia que estos ataques tan promocionados como una forma de violencia de género, nuevamente solo del hombre hacia la mujer, dudosamente lo son. Según Ucrós, la diferencia es de solo un dos por ciento en donde si se aplica el margen de error, tal diferencia no existiría y tanto hombres como mujeres son víctimas de tan vil acto independientemente de su género.

Para finalizar y cumplir con la idea de no excederme en el contenido de cada publicación, diré que la condición de humano es indiferente de si se es hombre o mujer. Ambos sufren de maltrato físico, verbal, sexual y mediático. Ni la misoginia ni la misandria son aceptables. Las dos son prácticas inaceptables que lesionan el ser y dejan secuelas a superar. Hombres y mujeres son sensibles al sufrimiento pero la forma en que la historia los ha condicionado para reaccionar ante este ha llevado a que recientemente se sobreproteja a unas y se ignore el sufrimiento de los otros.

Comencé esta publicación con un video y finalizo con otro bastante interesante por su forma de abordar el día de la mujer. (ver video) 

Paréntesis: una amiga me acaba de pasar este enlace que me confirma  todo lo que expuse arriba.

Publicaciones anteriores: