“Y cuanto más se hablaba de
feminismo, más me daba cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres a
menudo lo convertían en odio hacia los hombres. Si hay una cosa que sé con
certeza es que esto tiene que acabar.”
Emma
Watson
Este video es quizás el mejor que he visto sobre la tan de moda equidad de género. Como
dije en mi perfil de Facebook, no me considero misógino; sin embargo, sí me molesta
la sobre-auto-victimización de las mujeres.
Ya todo huele a violencia de
género, pero solo del hombre hacia la mujer, porque así es como se entiende
este concepto desconociendo que hay dos géneros y hablar de violencia de género
es ambiguo pues puede ser de la mujer hacia el hombre o del hombre hacia la
mujer. Ese feminismo exacerbado se ha convertido en una especie de misandria
–término aún no aceptado por la RAE– de donde han surgido las famosas feminazis
–otro neologismo anglo–. Es un hecho que la violencia de género es en ambas
direcciones y no algo de una sola vía como nos lo han restregado hasta la
saciedad los medios al menos en Colombia.
Esta imagen, que me parece un despropósito, la he visto
muchas veces publicada por diferentes mujeres y mi reacción es la misma, y acá
cito a cierta chica que recientemente y sin saberlo ha llenado en una mínima
parte un espacio vacío: “Esas personas se merecen una cachetada con una bolsa
de arepas congeladas.” Cuando un hombre es infiel hay que ver y oír cómo se
refieren las mujeres amigas de la víctima hacia ese hombre: “Mucho malparido”,
“ese es un hijueputa”, “pa’ picárselo en pedacitos” “hombre que no la cague no
es hombre” y muchas otras. Pero según esa imagen tan famosa en Facebook, a una
mujer hay que “entenderla” cuando comete la misma falta. ¿Dónde está la famosa
equidad de género que tanto exigen? ¿Será que al hombre, por ser hombre, no le
afecta que su pareja le sea infiel?
“Feministas hasta que les toca pagar la cuenta”.
Por mucho tiempo las mujeres han
luchado por igualdad en los salarios. Ante esto tengo una duda que no me han
sabido responder. Dice la leyenda urbana que a las mujeres les pagan menos que
a los hombres por el mismo trabajo. Debido a mi quehacer, llevo muchos años
visitando empresas de todo tipo y cada vez que pregunto sobre el tema me queda
la sensación de que, por lo menos en Colombia, es más un rumor.
Con un derecho adquirido viene
una responsabilidad. Si las mujeres ganan dinero, es para que lo gasten de la
misma manera que los hombres. Hay algunas que me hacen cuestionarme qué hacen
con él. Nunca tienen para salir, pero les encanta que les gasten porque “el
hombre tiene que seguir siendo caballero”. No me vengan con cuentos chinos.
¿Entonces para qué querían ganar dinero? La cosa se pone mucho más
seria cuando en un hogar, entiéndase papá, mamá e hijos –hablo del concepto
tradicional de hogar. Ahora no se me vengan los de la comunidad lgtbi encima– inconscientemente se asume que el hombre tiene que ganar más que
la mujer. Un hogar es una empresa familiar en la que ambos líderes, cónyuges, deben
aportar en igual medida y cuando alguno de los dos no pueda es al otro quien le
toca tomar las riendas mientras el primero se recupera. Ya llegará la
oportunidad en que el segundo haga lo mismo. Recuerdo dos cosas: la primera es
que en cierta ocasión en un proceso de divorcio la esposa le dice a su ya casi
ex esposo “es que tú no progresas” –a pesar de que él aportaba todo su ingreso
al hogar y ella solo contribuía en una mínima parte a los gastos del mismo— a
lo que él respondió diciendo que iba hacer un esfuerzo extra para mejorar la situación
del hogar pero que ella también tenía que aportar. Su respuesta fue “Me la
pones difícil. Es que yo creo que el hombre es el de la iniciativa”. ¿Equidad
de género? La segunda es aquella película, muy adelantada a su época, a mí
parecer, Krammer vs. Krammer y que hace una crítica a la idea reinante según la
cual una mujer por el solo hecho de ser mujer era de por sí mejor “padre” (en
inglés es “parent” que es neutra y no creo que exista un equivalente en
español).
Esta palabra, “parent”, me recuerda
el tema ese del “lenguaje incluyente” que es de lo más absurdo que he visto. Muchos,
aunque son más las muchas que los muchos, sacan pecho y se llenan de orgullo
diciendo gerenta y presidenta ante lo cual tengo que decir lo siguiente:
- Si dicen gerenta y presidenta, ¿por qué no dicen gerento y presidento? Sería lo equitativo e incluyente. Además, deberían hacerlo con todas las palabras terminadas en “ente”: estudianta y estudianto; representanta y representanto; practicanta y practicanto.
- Si las mujeres se sienten discriminadas porque no les dicen gerenta y presidenta ya que, según su argumento, debe existir una correlación entre el género gramatical y su condición de mujer, igual nos deberíamos sentir los hombres en los siguientes casos: cuando hablen de mí, deben decir que soy un persono ya que soy hombre y Neil Armstrong pasaría a ser el primer astronauto en pisar la luna.
- De acuerdo con Florence Thomas, hay que decir los violadores de niños y niñas. Sin embargo, Hector Abad Faciolince, quien por estos días anda de capa caída con los maestros, le respondió diciendo que entonces habría que decir los violadores y las violadoras de niños y niñas. ¿Se imaginan leer algo así todo el tiempo?
Hilvanando el lenguaje con el
aspecto sexual, hace poco vi en una de las tantas publicaciones de Facebook
unos comentarios que me llamaron la atención. Decía una de las foristas que “la mayoría de los (hombres
de cierta región que no menciono para
no caer en regionalismos) son impotentes, lo tienen chiquito o son
malos polvos”. Y no es la primera vez que veo o escucho ese tipo de comentarios
hacia los hombres por parte de algunas mujeres. Al hombre se le exige –sí, se
le exige– tanto por otros hombres como por muchas mujeres, que sean unas
máquinas sexuales, una especie de Nacho Vidal. Pero no me imagino cuál sería la
reacción de la misma forista si un
hombre la llamara frígida, reprimida, vaca muerta en la cama y que no es una
Cytherea. Saldrían todas sus amigas de Facebook lanza en ristre contra este “guache”
“poco hombre”. Los hombres también son víctimas de violencia sexual tanto
verbal como física. Muchos hombres cargan un gran peso como consecuencia de
esta violencia sexual verbal e incluso deriva en problemas fisiológicos como
disfunción eréctil y lo sé porque he tenido alumnos urólogos y también psicólogos que
así me lo han hecho saber.
Y en cuanto a la violencia sexual
física, entiéndase violación, este es un
gran tabú en nuestra sociedad. Es algo de lo que no se habla. Recuerdo aquella
brillante película El Príncipe de las Mareas con Nick Nolte y Barbra Streisand
en donde los protagonistas … no, no se las voy a contar por si no la han visto.
Después de leer este artículo no creo que haya mucho más que decir.
Como último ejemplo de esta forma
en que la sociedad ha ido cayendo en el juego de los medios de mostrar solo una
cara de la moneda, me referiré al tema de las víctimas de ataques con ácido. Natalia
Ponce se ha convertido en el símbolo de este acto barbárico, pero hay que
recordar que la primera víctima mortal fue -y digo “fue” y no “ha sido” porque
espero que no vuelva a suceder- un hombre: Alejandro Correa Castaño, quien
resultó ser familiar de dos ex alumnas mías de hace unos pocos años. En Las 2 Orillas (ver artículo),Verónica Ucrós puso en evidencia que estos ataques tan promocionados como una
forma de violencia de género, nuevamente solo del hombre hacia la mujer,
dudosamente lo son. Según Ucrós, la diferencia es de solo un dos por ciento en
donde si se aplica el margen de error, tal diferencia no existiría y tanto
hombres como mujeres son víctimas de tan vil acto independientemente de su
género.
Para finalizar y cumplir con la
idea de no excederme en el contenido de cada publicación, diré que la condición
de humano es indiferente de si se es hombre o mujer. Ambos sufren de maltrato
físico, verbal, sexual y mediático. Ni la misoginia ni la misandria son
aceptables. Las dos son prácticas inaceptables que lesionan el ser y dejan
secuelas a superar. Hombres y mujeres son sensibles al sufrimiento pero la
forma en que la historia los ha condicionado para reaccionar ante este ha
llevado a que recientemente se sobreproteja a unas y se ignore el sufrimiento
de los otros.
Comencé esta publicación con un
video y finalizo con otro bastante interesante por su forma de abordar el día
de la mujer. (ver video)
Paréntesis: una amiga me acaba de pasar este enlace que me confirma todo lo que expuse arriba.
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